
Francisco de Miranda
Oswaldo Jiménez
Coord. Asuntos Públicos
Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas, Venezuela. Hijo de
Sebastián de Miranda y Ravelo, español de Las Canarias, y Francisca Antonia
Rodríguez Espinosa, caraqueña.
En 1762 recibe clases
de latín, gramática de Nebrija y catecismo en la Universidad de Caracas (lo que
se denominaba clase de menores). Entre 1764 y 1766 cursa las clases de mayores
en los que profundiza sus conocimientos e incorpora historia, lógica, física, metafísica,
etc. Se recibe de bachiller en 1767.
En enero de 1771 parte hacia España, debido a los problemas que
ocasiono el hecho de ser hijo de “blancos isleños o de orilla”
(provenientes del archipiélago africano de las Canarias) que implicaba ser un
ciudadano de segunda, con deseos de servir en el Ejército Real, y romper así,
con un destino poco promisorio en Venezuela. Allí estudia matemáticas, francés,
inglés y geografía. Construye una importante biblioteca con las obras de los
pensadores más importantes de la época. En 1772 adquiere (pago) el título de
Conde de Miranda.
Vida y Obra
de Francisco de Miranda
Comienza su carrera militar como Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. No conforme con el cargo se enlista
para la defensa de Melilla, territorio español en el norte de África en las que
lucha contra el sultán de Marruecos. La batalla es durísima salvando su vida de
milagro; de hecho, su fusil recibió tres impactos de bala.
Entre 1773 y 1775 sirve en Madrid, Argel, Granada y Cádiz,
donde conoce a John Turnbull, su amigo de toda la vida.
El 28 de abril de 1780 se embarca rumbo a La Habana, donde es nombrado Capitán del Ejército
de Aragón y Segundo Ayudante del General Cajigal, con quien prestaba servicios
desde hacía algunos años.
En 1781, luego de
la toma de Pensacola, ocupada por los ingleses, es ascendido a Teniente Coronel
por su actuación en combate.
Cajigal, entonces gobernador de Cuba, lo envía a Jamaica (colonia británica) para llevar a cabo
un intercambio de prisioneros.
En 1782 participa de la expedición conquistadora de Las Bahamas (colonia
británica). Es él quien negocia la capitulación de los ingleses.
Es asusado por la Inquisición por tenencia de libros y cuadros prohibidos.
También es acusado de permitir la visita del general Campbell a Cuba, por lo
que es apresado y liberado gracias a Cajigal.
El 10 de julio de 1783 llega a los Estados Unidos, huyendo de la patria por la
que luchó tantos años. Estudia el proceso revolucionario de Norteamérica y
conoce hombres como George Washington, Alexander Hamilton, Samuel Adams,
Gilbert de la Lafayette, Thomas Paine, con quienes mantendrá correspondencia
toda su vida. Mientras tanto mantiene contactos con Juan Bolívar (padre de
Simón) y otros mantuanos de Caracas. En 1784 se embarca rumbo a Inglaterra decidido
a conseguir apoyo para la independencia de la América española y continuar con
sus estudios en diversas ramas del saber. Aprende latín, el griego y otras
lenguas, que lo convierten en el paradigma del hombre de la Ilustración.
Manejaba a la perfeccion seis idiomas y traducia con la misma calidad griego y
latin.
Entre 1785 y 1789 visitó Holanda, Bohemia, Hungría, Italia, Grecia, el Asia
menor, Constantinopla, Prusia, Bélgica, Egipto, Rusia y Finlandia, acompañado por el coronel W. S.
Smith, amigo y combatiente junto con él en los Estados Unidos. Conoce y entabla
amistad con personalidades de la época: el príncipe Potemkim, Catalina la
Grande (para quien será su preferido y lo defenderá frente a las acusaciones
del embajador español), Gustavo III, rey de Suecia, Bentham, Haydn (con quien
comparte infinidad de veladas en las que Miranda interpretaba composiciones de
aquél en la flauta). Catalina le permite usar el uniforme ruso, privilegio del
que pocos podían gozar en suelo soviético.
Luego de su paso por los países nórdicos continúa su viaje hasta Holanda, Bélgica, Alemania y Suiza utilizando
el seudónimo de “señor Meroff” o “monsier Meyrat” (algunos biografos asocian
este seudonimo a Maylan, autor de los planes de conquista americana),
sabiéndose investigado por el gobierno español. El 17 de febrero de 1789 se
encuentra en Marsella, Francia (hay biografías que sostienen que participo
junto a Thomas Paine en la redacción del documento jurídico mas importante de
occidente: la declaración de los derechos del hombre). Culmina su derrotero
nuevamente en Inglaterra tratando de convencer a Pitt, primer ministro
británico y a Lord Grenville sobre la conveniencia para los británicos de la
independencia hispanoamericana. Les presenta planos y estudios sobre las
operaciones militares posibles (este es un dato de trascendencia pues muchos
sostienen que San Martín utilizó sus recomendaciones –el paso por Chile para
llegar al Perú, por ejemplo-).
El 23
de marzo de 1792 vuelve a Francia, en plena revolución, y entabla relaciones con el alcalde de París,
Jerome Petion, y con el grupo de los girondinos.
El Ministro de Guerra le ofrece un
alto cargo en el ejército revolucionario, que acepta, ascendido a Mariscal de
Campo seis meses después obteniendo grandes exitos militares, haciendo
retroceder para siempre a las fuerzas prusianas en los campos de Morthomme,
Briquenay y Valmy (la batalla definitiva). Al poco tiempo es el Segundo Jefe
del Ejército del Norte debajo del General Dumouriez. Casi de inmediato es
ascendido a General de la República Francesa.
Los franceses pretenden enviarlo a Haití en
misión de doblegar a los esclavos y mulatos en lucha por su independencia, pero
Francisco de Miranda se niega. Dumouriez, ya decidido a volcarse a las fuerzas
austriacas y anturepublicanas, lo acusa de responsable de las derrotas sufridas
por el ejército, sobre todo en la batalla de Neerwinden. El 28 de marzo de 1793
está presto a comparecer ante la Convención y a denunciar al general traidor,
pero las intrigas internas lo lleva a hacerlo ante el Tribunal Criminal
Revolucionario, cuyo acusador, Tinville, orden su detención. Se lleva a cabo
primero en la Conserjería (era el paso previo a la guillotina, orden que fue
aplazada en varias oportunidades), para luego terminar en las mazmorras de La
Force y La Madelonette, a pesar de que Dumouriez había huído de Francia dando
muestras de quién era el verdadero traidor. Casi dos años permanece detenido en
la peor de las condiciones. Su vida es salvada por los moderados franceses que
se sublevan contra el régimen de terror instaurado por Robespierre. Una vez en
libertad conoce a Napoleón Bonaparte aunque continua siendo perseguido por el
Directorio por lo que tiene que vivir en la clandestinidad.
El 22 de diciembre de 1797
firma el “acta de París” donde
asume la representación de América Meridional Independiente.
En 1798 retorna a Inglaterra, dado que Francia se une España, insistiendo ante
Pitt y el gabinete sobre la emancipación americana.
En 1799 traduce y publica en francés la “Carta a los españoles americanos” de Vizcardo y Guzmán, un
jesuita de origen peruano.
Sus sentimientos encontraron destino en Sarah Andrews, su ama de llaves, con
quien tuvo dos hijos: Leandro y Francisco. Funda la Logia Lautaro junto a
O´Higgins.
El 28 de noviembre de 1800 viaja a
París, luego de haberle escrito dos cartas a Napoleón para que le otorgara permiso para ello. Es detenido
acusado de espía británico. Permanece un año, retornando a Londres a proseguir
con su ideario emancipador. Allí concibe su plan de un gobierno inca para
hispanoamérica, con cabildos, asambleas para un regimen federal, además de un
reglamento militar y el plan maestro de invasión del continente.
Su idea era trasladarse a Trinidad y
desde allí organizar la lucha, pero Inglaterra se opuso a ese destino. Se opuso
fervientemente al intento inglés de invadir la zona rioplatense en dos
oportunidades.
En
1805 inicia su partida hacia los Estados Unidos, primer parada de su viaje a la gloria. Redacta su testamento en el que
nombra albaceas a sus amigos Turnbull y Vansittart, dona su biblioteca a la
Universidad de Caracas y sus bienes a su Sarah y a su familia.
En los Estados Unidos visita al presidente Jefferson y a James Madison, quienes
no se comprometen en la empresa de Miranda.
En 1806 llega a Haití a bordo del Leander, bergantín que logra armar gracias a
la ayuda de algunos amigos. En ese país se le unen dos goletas: “Bee” y
“Bacchus”.
El 28 de abril de 1806 se produce el
combate naval en Ocumare; los fuerzas españolas vencen a los independentistas y
postergan que el estandarte creado por Miranda (amarillo, azul y rojo) se ize
en los territorios ocupados. Muy pronto (agosto de ese año), con la ayuda de
Lord Cohcrane, comienza a hacerse realidad el sueño libertario; Francisco de
Miranda desembarca en Vela de Coro e ingresa a esa ciudad en mayo del año
siguiente. Tan solo encuentra frustración, no por la oposición española sino
por la indiferencia de los pueblos caribeños.
En 1807 regresa a Inglaterra y logra que se apruebe el armado de una
expedición al mando del duque de Wellington pero la acción napoleónica en
España desvía los planes. El 19 de abril de 1810 estalla la Revolución en
Venezuela.
Sus esfuerzos diplomáticos
continúan, esta vez con la pluma (escribe sus ideas en un periódico) hasta el
14 de julio de 1810 cuando arriban a Londres los miembros de la Junta Suprema
de Gobierno de Caracas: Bolívar, López Méndez y Bello. Estos persuaden a Francisco
de Miranda a retornar a su tierra natal, propuesta que es aceptada. El 10 de
diciembre de ese año llega a La Guaira donde es recibido por el propio Simón
Bolívar y por una población aclamante. Es nombrado Teniente General de los
Ejércitos de Venezuela. Es promotor de la Sociedad Patriótica y en 1811 es
parte del Congreso Constituyente.
Insta a la declaración inmediata de la independencia, que se proclama el 5 de
diciembre de 1811 adoptando la misma bandera creada por él que flameó en el
“Leander”.
La República no funciona bien, sobre todo económicamente, por lo que se
producen levantamientos en varias poblaciones, entre ellas Valencia. Miranda es
enviado a repelir la sublevación como Jefe del Ejército, tarea que lleva a cabo
sin problemas.
La rensillas internas, sobre todo
con las reservas que tenía Francisco
de Miranda respecto de la Constitución declarada, el odio que le
propensaba el clero criollo por su condición de masón, ateo y libre pensador,
producen cortocircuitos entre los jefes políticos.
A su vez, el capitán español Domingo Monteverde encabeza un ejército que
avanza hacia la capital. A razon de ello Miranda es nombrado Generalisimo, Jefe de Tierra y Mar de la
Confederación de Venezuela, con poderes dictatoriales plenos. Luego
de perder algunos bastiones, debido a la indisciplina y decaimiento de las
tropas, propone un armisticio a Monteverde y la capitulación de los
republicanos. Monteverde no cumple y comienza a eliminar a los que no apoyaban
su regimen. Miranda intenta organizar la reconquista pero es apresado por
Bolivar y Peña, acusandolo de traicion, quienes lo entregan al gobierno
español.
Los españoles lo llevan detenido a Puerto Cabello y luego a un inmundo
calabozo ibérico. El 14 de julio de 1816, a los sesenta y seis años,
muere luego de un ataque de apoplejía y enterrado en una fosa común. Sus restos
fueron rescatados del piso del calabozo y luego de realizadas pruebas de ADN
para su identificación, repatriados a Venezuela. Se rescata su diario como uno
de los documentos históricos más importantes de la época, por la minuciosidad
de sus anotaciones.
Su nombre está inscripto en el
Arco del Triunfo, su retrato en el palacio de Versalles y su estatua en Valmy,
frente a la del General Kellerman. Este hombre del que Napoleón dijo: “es un quijote que no esta loco;
tiene fuego sagrado en el alma”, sedujo al mundo entero con su cultura, su
elegancia y sus convicciones. Las personalidades más rutilentes de toda una
época se rindieron a los encantos y a las ideas de Miranda.
Siempre hay quienes el destino les
reserva la tarea cultivar los laureles que colocarán otros en su cabeza, pero
el compromiso de los pueblos es no olvidarlos, es homenajearlos e idolatrarlos,
pues sus hazañas son más impresionantes que las ficciones holliwoodenses, y más
reales.